Bastaron
menos de treinta monedas de plata,
para
comprar mi alma.
Quise
detener el tiempo en ese instante,
pretendí
borrar lo pensado,
mientras
miraba con horror lo acontecido,
Quise
rasgar las vestiduras de mi mente,
como
judas arrepentido,
pero
el sacrificio fue consumado.
Yo
se que igual hubiera pasado,
en
otro momento, en otro lugar,
Sirvió,
estoy segura,
vuelvo
a subir otra cuesta,
con
la cabeza baja, del culpable.
Debo
grabar a fuego,
Piedad,
clemencia, humildad y perdón.
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