Antes
que nuestros cuerpos se rocen,
nuestras miradas, ¡ya se abrazaron!,
frenéticas, delirantes y desesperadas.
Las
manos se buscan, se cierran
y entrelazan con fuerza los dedos.
Los
labios imantados y temblorosos,
se sueldan, abriendo grutas,
con pasajes sin final .
Cuando
nuestros cuerpos se tocan,
se abre la tierra
y desaparece el suelo.
No
se hallan los límites.
Tampoco
está el cielo.
Ciegos
de amor, giramos.
¿O es el Universo?
Un
trueno lejano.
Un rumor cercano.
Un relámpago incierto: ¡Esta luz!
Ya
estamos flotando, buceando.
Nos falta el aire en este enorme océano.
Los cuerpos son azotados por el oleaje.
Sin
suelo, sin cielo, sin límites,
nos convertimos en peces,
en tigres, en aves,
en fiordos, en valles,
en el Primer hombre
y la Primera mujer
cuando nos amamos.
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