Al declinar la tarde, se acercan los amigos;
pero la vocecita no deja de llorar.
Cerramos las ventanas, las puertas, los postigos,
pero sigue cayendo la gota de pesar.

No sabemos de donde viene la vocecita;
registramos la granja, el establo, el pajar.
El campo en la tibieza del blando sol dormita,
pero la vocecita no deja de llorar.

-¡La noria que chirría!- dicen los más agudos-
Pero ¡si aquí no hay norias! ¡Que cosa tan singular!
Se contemplan atónitos, se van quedando mudos
porque la vocecita no deja de llorar.

Ya es franca desazón lo que antes era risa
y se adueña de todos un vago malestar,
y todos se despiden y se escapan de prisa,
porque la vocecita no deja de llorar.

Cuando llega la noche, ya el cielo es un sollozo
y hasta finge un sollozo la leña del hogar.
A solas, sin hablarnos, lloramos un embozo,
pero la vocecita no deja de llorar.

Nació en México en 1889 y falleció en 1959. Formó parte del importante grupo cultural Ateneo de la Juventud (1910); organizó La Casa de España que luego se transforma en El Colegio de México. Presidió desde 1957 hasta su muerte la Academia Mexicana de la Lengua y es miembro fundador de El Colegio Nacional. Enseñaba literatura y explicaba temas humanistas. Diferentes Universidades le otorgaron los máximos honores académicos e instituciones culturales de Europa y América. En 1955, al cumplirse cincuenta años de su carrera literaria, se comienza la publicación de sus Obras Completas.

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